Betty Garcés era una niña tímida, retraída, con un tesoro guardado en su corazón que solo su abuela supo ver en sus charlas. La matrona Garcés, sorda, sabía muy bien interpretar a Betty, la leía y le enseñaba de canto, aunque nadie más que ella entendiera su lenguaje. Betty nunca pensó que una audición de guitarra terminaría sacando esas notas que hoy llenan escenarios de ppera en Europa y el mundo. Hoy es una de las voces más importantes sopranos del planeta. Con humildad cuenta que ella era una persona común y corriente, a quien supieron enseñar y descubrir ese talento que hoy brilla.