"La primera vez que mudé piel fue la más dolorosa. Tenía veintiocho años de edad y pretendía escribir mi libro número dos. Estaba sentado frente a una mesa del Café Cronos a una hora en la que no había más clientes. Llovía. Llovía tanto que las ventanas del café se convirtieron en peceras gigantescas y los peatones en peces raros. Vi mujeres-pulpo fatigándose los tentáculos con hijos, paraguas y bolsas de víveres. Vi también sardinas forcejeando por abordar primero ciertas ballenas motorizadas.
..."
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