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Estamos en pleno entretiempo. Lo dicen las madres, lo ponen en los escaparates de las tiendas, en los autobuses, lo avisan los locutores matutinos: «Póngase algo de más, señor, señora, chaval, que este entretiempo es muy traidor». Pura rabia, lo normal...
Hay gente que escucha este programa comiendo pipas. No está en nosotros, dado nuestro respeto a la intimidad del oyente, tratar de saber si son de girasol o de calabaza. Obviamente, nos gustaría saberlo, querríamos que cada uno de vosotros nos hiciera llegar un informe exacto que nos permitiera obtener datos exactos sobre el reparto exacto de quiénes sois. Por ejemplo: 30 % de calabacers, 70 % de girasolers. O al revés...
Estamos, ahora que sale este programa, a punto de empezar a buscar el fresquito. El año va así. Seis meses de buscar el calor y seis de querer que haya corriente. Y otros seis meses de desconcierto. Y tres meses de quejarse. Y un mes muy quietos...
Sobre gustos no hay nada escrito. Así debe ser y así queremos que se mantenga. Obviemos los miles de tuits, post, blogs y hasta puertas de baño en que la gente habla de las cosas que le gustan y no. Obviemos los libros, las columnas de prensa, los poemas de carpeta que dicen: «Me gusta Pablo». Obviemos valientemente las webs que puntúan hoteles, restaurantes, tiendas, personas... Obviemos esas servilletas de bar en las que se dibujan cosas que le gustan a cada cual...
Un día de estos habrá que hablar de lo de los vasos. Porque los damos por hecho, son vasos, contenedores de cosas, preferiblemente cosas líquidas, en cantidades optimas para conformar una ración susceptible de ser consumida por un ser humano. Hay que hablar de lo de los vasos porque a veces nos liamos con que si lo de las elecciones, que si lo de las guerras, que si lo de los concursos de la tele, que si llueve o que si no, y se nos va retrasando lo de hablar de lo de los vasos...
Lo mejor de las caras es lo variadas que son. Con el respeto, por supuesto —vaya por delante—, que les debemos a los doppelgängers, a los que sin embargo no apoyamos: en este programa celebramos la idea de que se le otorgue a cada cual una cara diferente, para, con ello, celebrar la diversidad en todas sus formas (ante todo, porque cada cual merece saber que, aunque no le guste su cara, es al menos única)...
Nosotros somos bien nacidos; sobre todo, en contraposición a los malnacidos, que eso, ya ves tú, sí puede ponerse todo junto. Podríamos también ser más humildes, pero es que el decir popular no admite las medias tintas de ser normalnacidos o regunacidos. Nos quedamos en bien nacidos y ya está, y, para refrendarlo, te damos las gracias si, aun pudiendo no hacerlo, decides, mira tú por dónde, oírnos...
Como este texto se escribe siempre bastante antes de que tú lo leas, vamos a decir unas cuantas cosas sobre la actualidad del día en que se publique sin saber qué habrá pasado, a ver si acertamos:
«Hay que ver cómo está todo. Nunca han estado así de mal las cosas, la verdad. Esto realmente no tiene solución y va de mal en peor, es sólo cuestión de tiempo que se despeñe todo o se vaya al garete o se cuele por el sumidero...
Para este programa querríamos haber escrito un mensaje muy especial. Pero es que no estamos aquí, estamos ya con los nuestros. Con los de nosotros. Son fechas para estar con los nuestros, cada uno con el suyo, con esa gente que nos pertenece, que nuestro dinero nos cuesta y que para eso está, y no con esos otros que distan mucho de ser nuestros y que serán, si acaso, los de otros. Los de cualquiera. Gente de otro. Otra gente.....
Hace mucho que queríamos hacer un programa como el de hoy. Lo que pasa es que se nos complicaban las agendas, nos íbamos de viaje o uno de nosotros pillaba hongos en los pies en alguna sauna, y el proyecto, claro, se frustraba. Así que a veces el programa nos quedaba distinto a este, y otras, las más, mucho mejor. Pero no este.
La cosa es que al fin ha pasado, este es exactamente el programa que tanto tiempo habíamos soñado con hacer...